En una noche clara y perfumada, arrullada, comencé a viajar levitada y sensiblemente por mi mente, llevando ya un tiempo divagando de acá para allá sin rumbo fijo, vi a cierta distancia, no muy lejos de donde yo ensoñaba, un ser diminuto y etérico que brillaba con unos colores jamás vistos por panorámica humana, eran tan prodigiosos y luminosos, que sin duda pensé, que debían ser fruto de la magia o de la Deidad.
Me dijo que la acompañara a su taller, que me enseñaría obras con diseños maravillosos, evidentemente como habréis adivinado, yo acepte su invitación y, no podéis ni imaginar las cosas tan prodigiosas y extrañas que llenaban de manera desordenada e ingravitatoriamente su estudio.
El pequeño ser, se acercó a mí y se presentó , me dijo que se llamaba Yupiigold, que no me conmocionara, que era la guardiana de mi imaginación y que en una parte muy especial de mi conciencia ella habitaba y poseía su taller creativo.
Lo más sorprendente es lo que viene a continuación; Yupiigold me comentó que, siempre que quisiera podría ir a su factoría y me permitiría llevarme de allí las obras que quisiera, pero con una única condición: que no fueran para mi exclusivo disfrute, sino para divulgarlas al mundo.
Y así resultó, una vez vuelta de mi viaje interior, cumplí con lealtad, lo prometido a Yupiigold.
Esta es mi historia y estoy segura que muy parecida la de todos los artistas.
Siempre a vuestro lado Lady Yupiigold.